La obra Patagonia y olvido, de La Comedia de Hacer Arte, volvió a escena tras 18 años de su estreno y sigue fresca en la novedad de su concepto y la preciosura de su representación
Por Andrés Maguna
Consuelo García, Ángela Fortunato, Amalia Rodríguez, María Juliache y Maud Foster, que en paz descansen, fueron las cinco prostitutas que el viernes 17 de febrero de 1922, hace a-penas 101 años, se negaron a tener tratos con los militares argentinos que habían concurrido a la casa de citas La Catalana, de San Julián, Santa Cruz, para “celebrar” el éxito por la represión de una huelga obrera, incluyendo el asesinato y fusilamiento de alrededor de 1.500 trabajadores.
Esas “pobres mujeres” les gritaron en la cara a los uniformados que eran “unos asesinos”, según consta en los archivos policiales de aquellos días, como pudo comprobar Osvaldo Bayer cuando realizó la investigación que desembocó en su libro de cuatro tomos Los vengadores de la Patagonia trágica (publicado entre 1974 y 1978) y en el guion que escribió para la película La Patagonia rebelde, de Héctor Olivera, que sufrió la censura durante el rodaje (“recibimos la visita del Ejército”, ironizó Bayer) y no pudo filmar el final que estaba escrito en el guion, que era precisamente la escena de las putas repudiando a los militares asesinos, en solidaridad con el dolor de la inmensa mayoría de la población castigada y reprimida de la peor manera.
Las heroicas prostitutas de San Julián que exhibieron una ética intachable. Foto: Izquierda Diario.
Aunque se cambió el final, la película no fue autorizada para su exhibición, pero el viernes 14 de junio de 1974 el presidente Juan Domingo Perón firmó un permiso para que llegara a los cines, donde pudo verse uno pocos días, porque el lunes 1° de julio murió el Pocho y su viuda, María Estela Martínez (una ex bailarina cuyo nombre artístico era Isabelita), ungida presidenta, volvió a levantar la censura sobre la película, que duró toda la dictadura, hasta que a fines de 1983, durante la “primavera democrática”, pudo estrenarse “oficialmente” en la Argentina.
Poco más de veinte años después, en Rosario, en el Centro Cultural La Toma (espacio ocupado y puesto en funcionamiento por los ex trabajadores de la empresa Supermercado Tigre, que desde julio de 2001 resiste agresiones judiciales y patronales), unos jóvenes teatreros de La Comedia de Hacer Arte (grupo conformado en 1997) abordan a Osvaldo Bayer y le piden permiso para hacer una versión teatral de La Patagonia rebelde con el final que no había podido ser, el de las hermosas putas dignificadoras, heroicas, casi míticas. Y a Bayer le encantó la idea.
En 2005 se dio a conocer Patagonia y olvido, que aún hoy sigue siendo la única puesta en escena teatral del libro de Bayer, para quien “esta obra ha demostrado que la ética siempre triunfa en la historia, ha ayudado a que la ética triunfe en la historia”, apadrinándola y armando un proyecto con La Comedia de Hacer Arte, titulado Argentina Rebelde, para representarla en 1.500 escuelas secundarias de las 23 provincias del país, objetivo que hacia el 2019, un año después de la muerte de Bayer, ya casi estaba cumplido, y la pandemia truncó.
En el ahora, el sábado 15 de julio de este 2023, Patagonia y olvido, con dramaturgia y dirección de Pablo Felitti, interpretada por Ramiro Lollo y Cielo Pignatta, volvió a subir a escena en el marco del ciclo En Obra. Festival de Teatro y otras construcciones, en la continuación de la campaña “Yo hice un teatro”, con la que el bondi teatral de 26 años de trayectoria trata de concluir la construcción de la sala, en barrio Echesortu, que pudieron comprar en 2017 con la guita que sacaron de un concurso del INT (Instituto Nacional de Teatro).
Así que aproveché la oportunidad para ir a verla, porque en verdad hacía años escuchaba ponderar la puesta, y ya desde comienzos de 2002 la marca La Comedia de Hacer Arte había entrado en la órbita de mis intereses teatrales: en esos días posteriores a la huida de De la Rúa en helicóptero, tras la masacre represiva nacional, mientras los presidentes duraban en el puesto lo que un pedo en el viento, y el dinero circulante eran unos papelitos pintados llamados Lecop, asistimos a la sala del subsuelo de La Toma para presenciar Rosaura a las diez, la versión teatral de la preciosa novela de Marco Denevi que La Comedia de Hacer Arte desarrolló como un ajustadísimo mecanismo de relojería, con el resultado de una puesta que lo menos que puede decirse es que era perfecta en todos sus aspectos. Un diez para La Comedia de Hacer Arte en Rosaura a las diez.
Después (qué importará el después) el país siguió en su derrotero político alucinatorio, y mi vida (a quién puede importarle mi vida) transcurrió por los mismos carriles de subsistencia de la mayoría, y no pude ir a ver Patagonia y olvido hasta el sábado pasado, horas antes de las PASO, horas antes de que el siniestro gobernador, precandidato y represor jujeño Gerardo Morales viajara a mi ciudad para celebrar junto con Rodríguez Larreta y Lousteau el rotundo triunfo de Maxi Pullaro en su camino a la gobernación santafesina. Pero esta es otra historia, que podríamos llamar Los vengadores del Jujuy trágico, o El Norte rebelde, y aunque viene al caso no la sigo porque todavía me da acidez pensar en el tema.
El gobernador Gerardo Morales (extrema derecha) de fiesta en Rosario, mientras en Jujuy…
El sábado, entonces, fui acompañado por mis dos hijas, S y Z, atraídos por la idea de hacer, también nosotros, un teatro, y mientras esperábamos el ingreso hablábamos de la zozobra electoral, y les contaba de Rosaura a las diez, de La Patagonia rebelde (no habían visto la película), de Bayer, de La Toma, de lo que sabía sobre el derrotero de La Comedia de Hacer Arte los últimos 18 años (desde que se estrenó Patagonia y olvido), que es justo la edad de Z, mi hija más nueva. Aumentando mis expectativas en el intento de incentivar las de ellas.
Luego, adentro, a lo largo de poco más de una hora que duró la representación nuestras expectativas fueron ampliamente satisfechas, y los tres aplaudimos sostenidamente al final junto con las aproximadamente 70 personas que colmaron la capacidad del Cultural de Abajo.
Desde la crítica, se puede decir que la obra exhibe una gran solidez estructural, de ágil ritmo sostenido de comienzo a fin, con desempeños actorales (Pignatta y Lollo encarnando a 13 personajes masculinos y uno femenino) ajustados a miles de ensayos y presentaciones, y con todos los aspectos de vestuario (de Paola Fernández) y escenografía (de los mellizos Arana) reforzando el jugado concepto original del dramaturgo Felitti: hacer una comedia del drama y la tragedia que contiene La Patagonia rebelde. Y digo jugado porque es como si a alguien se le ocurriera hacer una tragedia-drama de Esperando la carroza (película de 1985, de Alejandro Doria).
Si bien resulta graciosa, ingeniosa y fresca, sorprendiendo con inesperados gags y apuntes cómicos de cuño original, sobre el final prevalece la toma de conciencia del carácter real, del impacto social de aquella masacre que se trata de rescatar, tal vez demasiado románticamente, del olvido. Y ya no hay risas.
En estos tiempos de algoritmos intrusivos e inteligencias artificiales imbéciles que estupidizan más de lo que ayudan, cuando las controversias respecto de los compromisos y las militancias políticas abundan en la superficialidad y vuelven playas las discusiones que deberían profundizarse, que un grupo de teatro autogestivo (bastante independiente de los factores de poder dominantes, mandantes) siga sosteniendo la vigencia de una obra con las características de Patagonia y olvido, luego de más de mil funciones (recibió, además, varios premios y distinciones, siendo invitados a unos cuantos festivales) a lo largo de 18 años, ante más de 120.000 espectadores, con el inicial empuje y la misma buena onda, resulta cuanto menos conmovedor.
Consuelo, Amalia, Ángela, María y Maud, las putas patagónicas que vencieron para siempre repudiando a los soretes asesinos del Ejército, negándoles el reconforto del amor carnal, encuentran en esta comedia convertida en clásico del teatro rosarino un hogar indeleble, ejemplificador cuando los ejemplos no abundan.
FICHA
Sobre textos de: Osvaldo Bayer. Versión y dirección: Pablo Felitti. Actúan: Ramiro Lollo y Cielo Pignatta Diseño y realización de vestuario: Paola Fernández. Diseño y realización de escenografía: Juan Manuel Arana y Maximiliano Arana. Operación técnica: Virginia I. Fdel, Lionel Nucci. Ilustrador: Juan Ángel Ceballos. En la sala del Cultural de Abajo, función extraordinaria del sábado 15 de julio de 2023.
Pero la historia de la putas de San Julián no es así y no fueron las únicas asesinadas, hubo otras putas y no putas violadas en aquel entonces, ese es el relato surgido de los papeles escritos a punta de fusil, y tampoco es así el asesinato de los «1.500» pues fueron muchos más, como fueron muchos más de «30.000» en la dictadura; estas historias escritas con sangre en las manos que escurrió hasta la pluma de quienes dejaron asentado los paupérrimos testimonios, tal vez necesiten ser revisadas nuevamente… tan solo para darle entidad a quienes perdieron la vida a través de un plomo que sigue allí y que hasta hoy no ha dejado que las heridas cicatricen como debe ser en una sociedad… que todos esperamos que sea democrática.
J.W. Sofía, Río Gallegos, Patagonia, Argentina.